Dos vidas de servicio, adiós a doña Nydia Quintero y Pacho Murgueito. Vox Populi: José Renán Trujillo.

Colombia despide con profundo respeto y gratitud a dos figuras que marcaron la historia del país desde esferas distintas, pero con una misma vocación: el servicio público. La partida de Nydia Quintero Turbay, ex primera dama de la Nación, y la reciente muerte de mi compañero el exsenador vallecaucano Francisco Javier “Pacho” Murgueitio, enlutan al país y nos invitan a reflexionar sobre el legado de quienes hicieron de su vida una causa por los demás.
Nydia Quintero no solo fue compañera del expresidente Julio César Turbay Ayala, sino una mujer con una impronta propia en la historia nacional. Como primera dama (1978-1982), llevó la bandera de la asistencia social y transformó el rol tradicional de su cargo en una plataforma de ayuda concreta a los más vulnerables.
Fundadora de la Fundación Solidaridad por Colombia, se dedicó por más de cuatro décadas a mejorar las condiciones de vida de miles de personas, especialmente mujeres y niños en situación de pobreza. Su discreción, sensibilidad y firmeza fueron características de un liderazgo silencioso pero poderoso, que dejó huella en el tejido social colombiano.
Por su parte, Pacho Murgueitio fue el rostro amable y firme de la política vallecaucana. Con una trayectoria que abarcó el Concejo de Cali, la Cámara de Representantes y el Senado, supo combinar la política con el sentido de comunidad. En sus años como concejal, impulsó proyectos de urbanismo social, luchó por la legalización de barrios populares y trabajó por la paz urbana. Su paso por el Congreso dejó leyes significativas en favor del deporte y la educación pública, siempre desde una mirada conservadora y comprometida con el desarrollo regional.
Ambos fueron diferentes en estilos, orígenes y escenarios, pero compartieron una misma esencia: actuar por convicción, con coherencia, sin aspavientos y con una visión clara de lo que significa servir al país. Su legado permanece, no solo en leyes o instituciones, sino en las vidas transformadas por sus acciones, en la inspiración que dejaron para nuevas generaciones de líderes.
Hoy Colombia despide a Doña Nydia y a Pacho con honor, pero también con gratitud. Ellos nos enseñaron que el poder bien ejercido no se grita: se construye en silencio, día a día, con hechos que perduran más allá del tiempo.
Hasta pronto Doña Nydia, hasta pronto mi querido Pacho.