Francia Márquez y el derecho a no ser usada como ficha política. Vox Populi: José Renán Trujillo

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En medio de la controversia generada por las declaraciones del excanciller Álvaro Leyva, la vicepresidenta Francia Márquez decidió alzar su voz para dejar claro que no permitirá que su nombre sea manipulado ni instrumentalizado para fines políticos ajenos a su voluntad. Su pronunciamiento no solo reafirma su autonomía como figura pública, sino que también envía un mensaje contundente: el respeto por la integridad de las personas debe prevalecer por encima de cualquier cálculo político.

 Francia Márquez respondió con firmeza a la insinuación de Leyva sobre una supuesta conspiración para “tumbar”al presidente Gustavo Petro, lo que incluía incluso la mención de su nombre. Su reacción evidencia un rechazo tajante a las maniobras que buscan sembrar división dentro del mismo gobierno o entre sectores afines al “gobierno del cambio”. Francia fue clara: no es una pieza que pueda ser movida según los intereses de otros.

 Más allá del contexto inmediato, lo que está en juego es la dignidad de una lideresa que ha construido su camino con base en el activismo, la coherencia y la defensa de los derechos de los sectores históricamente excluidos. Márquez no quiere, ni acepta, ser convertida en un símbolo útil para intereses individuales. Su mensaje también refleja una advertencia contra los intentos de instrumentalizar el discurso del cambio para propósitos personales.

 Este episodio pone las cartas sobre la mesa y la necesidad de depurar la política de prácticas nocivas, como la manipulación de versiones o la utilización de nombres de figuras visibles con propósitos engañosos. En lugar de alimentar la desconfianza entre los actores del gobierno, este tipo de controversias debería conducir a una reflexión colectiva sobre la responsabilidad que conlleva el ejercicio del poder y la palabra.

 Francia Márquez no solo defendió su nombre, sino que defendió también el principio de que ningún proyecto político legítimo puede sustentarse sobre rumores ni sobre la desfiguración de los liderazgos. Su postura merece ser escuchada y valorada como una defensa del respeto, la verdad y la transparencia en el debate público.

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