El Libertador, los corruptos, la pena capital y los ficticios bolivarianos
por Claudio Ochoa M.
Al conmemorar los 195 años del fallecimiento del Libertador (17 de diciembre de 1830), el Miembro Honorario y directivo de la Sociedad Académica Bolivariana de Colombia, académico Antonio Cacua Prada ofreció la semana anterior su ilustrativa y patriótica conferencia “PADRE NUESTRO BOLIVAR, NOS DEJARON SIN PATRIA”.
El centro de su disertación ha sido, naturalmente, la última presencia del Libertador en la quinta de San Pedro Alejandrino de Santa Marta, a la vez que la relacionó con el vital conocimiento y aprecio por nuestra historia, las consecuencias funestas debido a su desprecio por parte de los colombianos, entre ellas la prolongada epidemia de la corrupción.
Citó a varios nacionales que han insistido en el restablecimiento de la cátedra de la historia de Colombia, la geografía, la cívica y la urbanidad de los programas de estudios. Estas materias –recordó– fueron borradas en los colegios, por la entonces influencia comunista de la UNESCO, que puso en el país a dos de sus misioneros: el ruso Michael Sivenko y el polaco N. Estachusky, gestores de este daño que fructificó al inicio de los ochenta.

Recordó que pocos días antes de su asesinato, Álvaro Gómez “se refirió en forma insistente a la importancia de la historia como conocimiento fundamental y base necesaria para la conformación de una identidad, que en el caso de Colombia, por ignorancia y por ausencia, se ha perdido”. El dirigente conservador –cita Cacua Prada– se dolió de la falta de conocimientos históricos de la gran mayoría de los ciudadanos y en especial de los universitarios y profesionales. “A veces saben más de la historia y de la geografía de otros continentes que la del suyo propio. Parece inconcebible, pero es la realidad”.
Para Cacua Prada es evidente que “esta situación se ha agravado en los últimos años. A la ausencia de la enseñanza de la historia patria, se debe la disminución del patriotismo y los grandes males que padece Colombia. Y añade que razón tuvo Ernesto Renán al apuntar: “El culto de los antepasados es de los más legítimos, los antepasados han hecho de nosotros lo que somos”.
LA MORAL Y LA PENA CAPITAL
Continuando con la evocación de nuestra historia y el Libertador, citó parte de su escrito de 1829 para un periódico ecuatoriano, en donde expresó que “no hay buena fe en América, ni entre las naciones. Los tratados son papeles; las constituciones libros; las elecciones combates; la libertad anarquía; y la vida un tormento”. Agregando que el clamor de Angostura, de “moral y luces son los polos de una República”, se disipó. Su angustiosa proclama de despedida se olvidó. Los países se ahogan en un piélago de corrupción. Su doctrina, su ideario, su cátedra la aniquilaron”.
Entonces, Cacua Prada, uno de nuestros grandes historiadores viene con esta importante recordación, para tener presente en la época actual de Colombia, señalando que hace falta el Libertador para que vuelva a revivir el Decreto que promulgó el lunes 12 de enero de 1824, en Lima, cuyo texto reza:
“Teniendo presente:
1o – Que una de las principales causas de los desastres en que se ha visto envuelta la República, ha sido la escandalosa dilapidación de sus fondos, por algunos funcionarios que han intervenido en ellos;
2o – Que el único medio de extirpar radicalmente este desorden, es dictar medidas fuertes y extraordinarias, he venido en decretar, y Decreto:
Artículo 1o – Todo funcionario público, a quien se le convenciere en juicio sumario de haber malversado o tomado para sí de los fondos públicos de diez pesos arriba, queda sujeto a la pena capital.
Artículo 2o – Los Jueces a quienes, según la ley, compete este juicio, que en su caso no procedieren conforme a este decreto, serán condenados a la misma pena.
Artículo 3o – Todo individuo puede acusar a los funcionarios públicos del delito que indica el Artículo 1o.
Artículo 4o – Se fijará este decreto en todas las oficinas de la República, y se tomará razón de él en todos los despachos que se libraren a los funcionarios que de cualquier modo intervengan en el manejo de los fondos públicos.
Imprímase, publíquese y circúlese.
Dado en el Palacio Dictatorial de Lima, a 12 de enero de 1824 – 4o de la República.
Simón Bolívar
Por orden de S.E., José Sánchez Carrión”.
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FICTICIOS BOLIVARIANOS
Esta remembranza del académico Cacua Prada debe ser tomada muy en serio por naciones libres gracias a Simón Bolívar, especialmente las que tienen gobiernos auto proclamados como bolivarianos. En Venezuela bautizada por el dictador Chávez ostentosamente, República Bolivariana, y en Colombia, cuyo presidente simbolizó su gobierno desde el 7 de agosto de 2022 con la espada del Libertador, la cual –dijo—solo puede ser envainada cuando tengamos justicia social.
Sin duda ambos gobiernos han evidenciado que este bolivarianismo es tan solo parte de su populismo y fachada, usurpación de un ideario. A diferencia de lo estimulado por el Libertador, estos han alentado la división profunda y odios entre sus gobernados, la negación del cristianismo (que Bolívar honró hasta el último momento), la tendencia hacia la anarquía, el irrespeto a la división de los poderes públicos…y la corrupción de gran alcance.
Ojalá el próximo Gobierno, que en Colombia recupere cuando menos parte de la perdida democracia y ponga en práctica lo establecido por el Libertador, cuando señaló “que el único medio de extirpar radicalmente este desorden, es dictar medidas fuertes y extraordinarias”, por igual con todos: funcionarios, jueces y ciudadanos en general.
Esta sí es parte de nuestra historia que merece ser recordada y revivida, como también “es indispensable intensificar y fomentar ampliamente el estudio y el amor a la Historia de Colombia”, en palabras del académico Antonio Cacua Prada.
