Me decía el profesor Bernardo Aristizábal, defensor insigne de la urgente recuperación del colegio Republicanovde Santa Librada en Santiago de Cali, que la juventud es una etapa de la vida caracterizada por la búsqueda de identidad, la formación de valores y la toma de decisiones autónomas cruciales para el futuro.
Razón tiene. Garantizar y defender los derechos de los jóvenes es una prioridad para que puedan desarrollarse plenamente, sin limitaciones ni discriminaciones que obstaculicen su crecimiento personal y profesional.
El derecho al libre desarrollo de la personalidad, reconocido en la Ley 375 de 1997 y en la Constitución de 1991, es fundamental para permitir que los jóvenes se expresen auténticamente y tomen decisiones que reflejen sus intereses y aspiraciones.
Además, el derecho a la igualdad asegura que todos los jóvenes sean tratados con equidad y justicia, sin importar su origen, género o condición socioeconómica.
Sin embargo, sería un error pensar que con el simple cumplimiento de los derechos políticos de los jóvenes y una igualdad formal ante la ley, es suficiente para que sus perspectivas de vida se vean satisfechas. Hace falta mucho más, y entre estos factores faltantes encontramos la educación y la inclusión en el aparato productivo nacional.
Entre muchas razones, le otorgo la mayor importancia el contribuir a una apertura de tal magnitud, que seaobligatoriedad legal la creación, donde no exista, o el refuerzo, donde funcione, de la secretaria de la juventud, contribuyendo a construir una sociedad justa, igualitaria y próspera.
La juventud representa el motor impulsor del progreso y el cambio en cualquier sociedad. Su energía, creatividad y compromiso con ideales transformadores la convierten en una fuerza vital para construir un futuro prometedor.
Sin embargo, para que esta visión de futuro se haga realidad, es fundamental defender los derechos de los jóvenes, brindarles una educación integral y asegurar su inclusión en el aparato productivo de cada nación. Estos pilares son esenciales para construir una sociedad justa, igualitaria y próspera que beneficie a todos los ciudadanos.
Brindar oportunidades laborales dignas y justas a los jóvenes es esencial para combatir la desigualdad y reducir la pobreza. La inclusión laboral permite que los jóvenes puedan ser autosuficientes, mejorar su calidad de vida y contribuir al bienestar de sus familias y comunidades.
Juntas, la educación y la inclusión en el aparato productivo, contribuyen a la consolidación de una juventud empoderada y resiliente como parte esencial de una administración municipal de “gobierno abierto” que los caleños estamos exigiendo en clamor ciudadano.