De Madrid a Lisboa: un viaje entre viñedos y memorias.

Por: Enrique Cordoba.

Salimos de Madrid por la A5, una autopista que recorre siglos en sus kilómetros. En cuatro horas, atravesamos los 400 kilómetros hasta Badajoz, en Extremadura, antigua ciudad fronteriza donde aún resuenan los ecos de la Reconquista y los silencios del Guadiana.

Luego, 225 kilómetros más en territorio de Portugal, ese país de luz serena y alma nostálgica. Lisboa nos recibió con su cielo limpio, sus calles empedradas, y ese clima templado que invita a la calma. Hoy, domingo, partimos desde la playa de Oeiras y el paseo marítimo de Carcavelos, siguiendo la costa hacia Estoril, el refugio de reyes exiliados y espías de la Segunda Guerra Mundial.

Las casas señoriales, los jardines que huelen a historia, y la brisa atlántica nos acompañaron hasta Malveira da Serra y las dunas de Guincho, donde las familias se entregaban al sol y al ritual dominguero. Portugal, la tierra de los padres de Maripaz, canta en fado lo que el paisaje susurra: que aquí la vida se vive sin ruido, pero con hondura.