por Juan Pabón Hernández (*)
José Arcadio Buendía y Úrsula Iguarán fundan un hogar que será de todos, pleno de sueños, ennoblecido por la misión de esa longeva matriarca de perpetuar la hidalguía de su raza.
Erigen a Macondo y allí convergen raizales, migrantes, gitanos y peregrinos, para protagonizar amores y guerras, triunfos y derrotas, en un contexto exuberante de pasiones que fluían -misteriosamente- hacia la soledad y el olvido.
Así comienza la historia de un pueblo mágico, una majestuosa epopeya de sentimientos sin prejuicios, ni ataduras, con emociones barajadas -a la vez- de alegría, avidez ilimitada y tristeza.
En los pergaminos macondianos sólo caben episodios con estirpe de leyenda, con el don de creer que lo invisible puede hacerse realidad y que la historia del alma son susurros espirituales trenzados por la fantasía.
Los mitos se vuelven como de la casa, algo cotidiano, innato, y nos acostumbran a ver con naturalidad las cosas irreales, a afrontar la incertidumbre con osadía, a equilibrar excesos y carencias, a amar la aventura.
Así, uno se va enamorando de la belleza de las mujeres de Macondo, de los sucesos insólitos que ocurren en medio de contrastes y absurdos y, en general, del esplendor de una obra circular y fascinante.
Y ocurre siempre el azar en alas de mariposas amarillas, como las de Mauricio Babilonia, y todo nos integra a una fábula de costumbres y tradiciones que, únicamente, Gabriel García Márquez puede narrar así. (Cien años de soledad es una obra deliciosa de leer…un legado inmortal).
(*) El autor, Juan Pabón Hernández, cucuteño de tiempo completo. Ex presidente de la Academia de Historia de Norte de Santander. Ingeniero civil hasta cuando la cátedra, la filosofía, la historia, las letras y la poesía lo cautivaron. Ex editor de «Imágenes», revista dominical del Diario La Opinión de Cúcuta. Actual director de la revista «Semillas», también de Cúcuta.