Tantas veces habló mi padre sobre Jorge Eliecer Gaitán, su vida, su obra y su pensamiento político que podrían publicarse varios tomos que recogieran su trabajo sobre la materia, cuidadosamente elaborado a través de los años.
Lo he estudiado con tanta dedicación, como devoción, que en momentos siento el temor de no tener que decir algo nuevo a lo ya dicho a lo largo de una vida entera dedicada al análisis de ese fenómeno político.
En esta suerte de actividades, la inteligencia con frecuencia vacila ante la utilidad o peligrosidad de repetir conceptos suficientemente conocidos. La repetición tiende, sin duda, a fijarlos con mayor claridad y estabilidad en la memoria del pueblo. Pero nadie podría negar que tiene el peligro de la monotonía, la cual es enemiga de la pasión con que deben llegar al espíritu los grandes temas de la controversia publica y de la lucha política.
Asumiendo pues todos los riesgos, he resuelto analizar el pensamiento de Jorge Eliecer Gaitán a la luz de nuevas experiencias históricas, en un esfuerzo para clarificar ante el país y especialmente ante las nuevas generaciones, en qué consiste la vigencia y permanente frescura de sus entornos sociales y políticos, sin prejuicio de ensayar una interpretación de lo que debe ser la posición de quienes comparten esos criterios frente a las realidades sociales y la complejidad creciente de los fenómenos contemporáneos.
Ese análisis lo publicaré en un cercano futuro. Pero quiero tomar un pequeño aparte que viene muy adecuado al momento por el que atravesamos.
Uno de los principios fundamentales, es decir, no accidentales, sino permanentes, del pensamiento que en vida defendió con vigor incontrastable Jorge Eliecer Gaitán, fue la necesidad de luchar contra la tendencia a constituir el predominio político en fuente de ventajas económicas y las ventajas económicas en fuente de privilegios políticos.
Sin duda es este el punto central de su pensamiento, y el núcleo de cualquier tipo de interpretación moderna de los hechos históricos.
Hasta donde; el colombiano raso haya entendido y asimilado el carácter esencial de este planteamiento, es algo sobre lo cual abrigo, personalmente, mucha incertidumbre.
Pero estoy seguro de que si un dia llegara, en el que la nación colombiana comprendiera la profundidad y la variedad infinita de aplicaciones que esta idea básica tiene sobre la interpretación de la historia política, llegaría a conclusiones que cambiarían radicalmente el curso de los acontecimientos futuros y la mecánica misma de nuestra vida democrática.