Riesgos Migración Inversa ruta Costa Rica-Panamá-Colombia

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América Latina enfrenta una creciente crisis humanitaria en la ruta migratoria inversa entre Costa Rica, Panamá y Colombia, donde miles de personas, en su mayoría venezolanas, regresan del norte del continente tras el endurecimiento de las políticas migratorias de Estados Unidos. Entre enero y agosto de 2025, más de 14.000 personas han emprendido este retorno forzado, exponiéndose a violencia, explotación y condiciones de extrema vulnerabilidad.

El informe conjunto de las Instituciones Nacionales de Derechos Humanos (INDH) de Costa Rica, Panamá y Colombia, con apoyo de la Oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos (OACNUDH), revela que la migración inversa ha desbordado las capacidades locales y dejado a miles de personas varadas en zonas fronterizas, sin acceso a alimentación, albergue o servicios básicos.

Selva del Darién: inicio de un trayecto peligroso

El cierre parcial de pasos en la selva del Darién y la reducción del flujo migratorio hacia EE. UU. han convertido a esta región en una ruta de retorno peligrosa. El 86,8 % de las personas entrevistadas aseguró haber sufrido abusos, secuestros o robos en su trayecto al norte. Al regresar, enfrentan nuevamente a redes criminales que controlan los pasos fronterizos y cobran tarifas de hasta 280 dólares por persona para cruzar en embarcaciones precarias desde Panamá a Colombia.

Panamá: comunidades sobrecargadas y sin apoyo estatal

En Palenque y Miramar, puntos clave para el cruce hacia Colombia, migrantes duermen en las calles y carecen de agua potable, baños y atención médica. El monitoreo revela ausencia de autoridades y control estatal, lo que facilita el tráfico de personas. Aunque ocasionalmente se organizan traslados humanitarios, muchos migrantes esperan semanas o meses para reunir dinero.

Colombia: crisis humanitaria en el Caribe y Pacífico

Colombia recibe la mayor presión del flujo inverso. Municipios como Necoclí y Capurganá se han convertido en puntos de llegada masiva, sin infraestructura suficiente para atender a los migrantes. En el Pacífico, la presencia de grupos armados ilegales, paros armados y accidentes marítimos incrementan el riesgo. En junio, una lancha sobrecargada naufragó con 38 personas a bordo, entre ellas mujeres embarazadas y niños.

En Medellín, ciudad clave para el tránsito hacia Venezuela o el sur de América, migrantes reportan desnutrición, violencia sexual y falta de alojamiento seguro. Muchos niños llevan años fuera del sistema educativo, y mujeres han denunciado explotación laboral y sexual.

Falta de coordinación regional

El informe alerta que la falta de canales humanitarios trinacionales ha permitido que redes delictivas controlen la ruta. La reducción de fondos internacionales agravó el panorama, dejando sin recursos a ONG y agencias humanitarias que antes suplían vacíos estatales.

Llamado urgente

Las INDH recomiendan:

  • Mayor presencia institucional en pasos fronterizos y puertos.
  • Centros de atención humanitaria con servicios básicos.
  • Coordinación trinacional para traslados seguros y control de transporte marítimo.
  • Protección especial para mujeres, niños y personas con discapacidad.
  • Garantías de acceso a refugio y regularización migratoria.

“La migración inversa es reflejo de la falta de garantías en los países de destino y tránsito”, advierte el informe. El fenómeno, que evidencia una crisis regional de derechos humanos, requiere acciones inmediatas y cooperación internacional para evitar más tragedias en una de las rutas migratorias más peligrosas del mundo.

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