La reciente renuncia irrevocable de Juan Fernando Cristo, quien en su conocida ambivalencia logro aprobar lo que quería para su beneficio y abandonar el barco aprovechando la coyuntura, al Ministerio del Interior expone, además, las tensiones internas dentro del Gobierno de Gustavo Petro. La salida solitario de Cristo, para darse mayor relevancia, confirmada tras la crisis ministerial desencadenada por el Consejo de ministros del 4 de febrero de 2025, no solo evidencia dificultades en la gestión gubernamental, sino que también resalta las divergencias estratégicas dentro del Ejecutivo.
El hoy exministro, asumió el cargo con el compromiso de trabajar en cuatro ejes fundamentales, la implementación del Acuerdo de Paz, la descentralización del Estado, la promoción de un acuerdo nacional y el impulso de reformas estructurales, reconoció avances en estos frentes. Sin embargo, también admitió que las tensiones internas impidieron una ejecución efectiva y fluida de estas iniciativas.
Uno de los puntos más críticos de su carta de renuncia radica en la advertencia sobre la desconfianza creciente dentro del Gobierno, exacerbada por la decisión del Consejo Nacional Electoral de abrir una investigación sobre la campaña presidencial de Petro. Según Cristo, esta acción deterioró la confianza del mandatario en el acuerdo nacional, un factor clave en la estabilidad política del país.
Asimismo, su misiva sugiere que el Ejecutivo debe priorizar y focalizar los compromisos adquiridos, pues los recursos y el tiempo disponibles son limitados. Esta afirmación pone de manifiesto una de las mayores debilidades del actual gobierno: la dispersión en múltiples frentes sin una hoja de ruta clara que garantice resultados efectivos.
El Consejo de ministros televisado, que marcó un punto de quiebre en la relación de Cristo con la administración, evidenció diferencias de criterio en la toma de decisiones estratégicas. Para el ahora exfuncionario, la forma en que se llevó a cabo la reunión y la falta de consenso en el equipo de gobierno subrayaron las fisuras internas.
La solicitud de Petro de la renuncia protocolaria de todo su gabinete el 9 de febrero refuerza la percepción de inestabilidad y reconfiguración en su equipo de trabajo. Con la salida de Cristo y la reestructuración ministerial, el Gobierno enfrenta un desafío crucial: consolidar su agenda política sin que las tensiones internas debiliten su capacidad de gestión.
La renuncia oportunista del Min- interior no solo es una decisión personal, sino un síntoma de una administración que aún lucha por definir una línea de acción cohesionada. Su despedida del gabinete para integrarse al debate político colombiano augura un escenario de mayor confrontación y redefinición de liderazgos en el panorama nacional.