En el corazón de Bogotá, una casa “EL CASTILLO CASA QUINTA VILLA ANA JULIA” Catalogado así por el IDPC y la alcaldía de Bogotá desde el año 1996, que ha resistido el paso del tiempo y ha sido testigo de la historia de la ciudad se encuentra en el centro de una disputa legal y social. Lo que debería ser un símbolo de identidad y cultura se ha convertido en el escenario de conflictos, agresiones y amenazas.
La lucha por preservar este inmueble patrimonial inició en 2006, cuando un grupo de personas irrumpió violentamente en el segundo piso de la casa. Las agresiones físicas incapacitantes y las amenazas de muerte obligaron a los propietarios a abandonar su hogar, alquilando viviendas cercanas para continuar protegiendo la estructura desde el primer piso.
La denuncia fue radicada ante la alcaldía, la Policía y la Fiscalía, evidenciando la gravedad de la situación.
El deterioro deliberado
Las imágenes aéreas de 2007 mostraban un tejado intacto. Sin embargo, en 2014 ya era evidente el daño causado intencionalmente por los invasores. En 2015, con el fallecimiento de sus padres, el heredero legítimo regresó a la vivienda y comenzó a restaurar los estragos.
La escalera de piedra y el tejado fueron reconstruidos a pesar de las agresiones constantes por parte de quienes querían impedir las obras. Los informes de Medicina Legal respaldan las graves lesiones sufridas, incluyendo afectaciones en nariz, cerebro y rodillas.
Una vida dedicada a la conservación
Desde 1996, la casa es un bien de interés cultural de la ciudad. Su cuidado ha sido una responsabilidad asumida por generaciones de una familia que, desde 1963, ha invertido recursos en su mantenimiento. Sin embargo, otros herederos han promovido su destrucción, autorizando la ocupación violenta para forzar su declaración en ruinas y vender el terreno.
El deterioro no es casualidad: los techos han sido destruidos deliberadamente, al igual que las fachadas y los pisos. En noviembre de 2024, la casa sufrió una grave inundación debido al daño estructural ocasionado por los invasores. Además, se encuentra en litigio con una constructora que busca edificar sobre 80 metros cuadrados del predio, sin cumplir con la normativa del IDPC que exige un anillo de seguridad estructural de al menos 8 metros.
El respaldo de la comunidad
En 2018, en un intento por eliminar su categoría de patrimonio arquitectónico, se presentaron pruebas falsas sobre su estado de ruina. Sin embargo, la intervención del propietario y el respaldo de más de 500 firmas recolectadas en la localidad de San Cristóbal lograron impedirlo. Esta casa no solo es un vestigio del pasado, sino un espacio vivo donde se han llevado a cabo actividades culturales, conversatorios y cineclubes con el apoyo de la Alcaldía Local, el Museo del Vidrio, Paramoverte de turismo y otras entidades.
Estudiantes de Arquitectura de varias universidades han documentado su historia, aportando en el embellecimiento de la fachada y realizando estudios sobre su valor patrimonial. Un arquitecto especializado en conservación del patrimonio arquitectónico y cultural, desde la Alcaldía de San Cristóbal, ha destacado su relevancia en un libro que se lanzará el próximo 26 de marzo en el Archivo de Bogotá.
Una lucha por la justicia y el reconocimiento
Las dificultades económicas también han obstaculizado la conservación del inmueble. En noviembre de 2024, tras la inundación, se solicitó un préstamo de las utilidades del parqueadero fundado por la madre del propietario, recursos que ascienden a 70 millones de pesos. Sin embargo, los otros herederos han negado el acceso a estos fondos, administrados por su hermana.
Además, en diciembre de 2023, el propietario inscribió un proyecto de emprendimiento ante la Alcaldía Local para utilizar el antejardín del inmueble como un espacio cultural abierto al público. Aunque el proyecto fue aprobado y se prometió un incentivo económico, el desembolso ha sido aplazado en cuatro oportunidades, dejando en suspenso una iniciativa que busca dar nueva vida a este patrimonio.
Un futuro incierto
Este caso pone en evidencia los riesgos que enfrentan los bienes patrimoniales en Bogotá, no solo por el abandono institucional, sino por la codicia de quienes ven en su destrucción una oportunidad económica. La lucha de este ciudadano por preservar la memoria de sus ancestros y proteger un bien cultural es un llamado urgente a las autoridades para que se garantice la justicia y se detenga la amenaza sobre el patrimonio histórico de la ciudad.
Daniel Luna Caicedo, Marzo 22 de 2025
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